lunes, 30 de abril de 2012

Descalzos por Myanmar


Es bien sabido que en muchos países hay que descalzarse para entrar en los lugares de culto por respeto a la religión que practican, y este es el caso de Myannmar, donde me pasé casi todo el tiempo descalza.
El primer día en Yangón, fuimos a visitar el Gran Buda Reclinado, y los zapatos tuvieron que  quedarse en el coche. Llegué de puntillas hasta la entrada, ya que tenía que atravesar descalza toda la calle. Allí comprendí que quitarme y ponerme los zapatos iba a ser una constante, y obedeciendo al dicho "allí donde fueres haz lo que vieres", decidí comprarme unas sandalias como las que usan ellos. Eran unas sandalias de cuero, comodísimas, que aguantaban la lluvia, se secaban rápido y sólo por el equivalente a 3 euros, ¡y sin regatear!
Mis sandalias me esperaron a la entrada de la pagoda de Shwedagon, mientras mis pies pisaban los mojados azulejos del suelo.  Caminaba  entre las estupas doradas; muchos fieles se reclinaban ante los altares que sustentan el Buda y, arrodillados en el suelo, hacían una reverencia trás otra, le llevaban las ofrendas en forma de flores, comida, regalos y dinero que depositaban en enormes huchas transparentes que estaban al lado de cada altar.

También me esperaron mientras visitaba los hermosos templos de Mandalay, o las escuelas donde los niños, cubiertos tan solo con una tela granate,  se preparaban para ser futuros monjes.
Esperaron mientras subíamos o entrábamos en las  pagodas y estupas de Bagan.  Bagan es una explanada repleta de cientos de templos, grandes o pequeños, dorados o de piedra. Se podría estar días recorriéndola a pié o en bici y no se verían todos los templos que hay. La panorámica que se tiene desde lo alto de alguno de ellos es sobrecogedora.
Mis sandalias esperaron en el primero de los 777 escalones que te llevan al templo del Monte Popa, mientras mis pies compartían el camino con los monos. Estos nos acompañaron en el recorrido de subida y en el de bajada, los mas pequeños jugando entre ellos mientras que los adultos, en ocasiones, se peleaban violentamente. Suerte que una niña nos acompañó para ir alejándolos con una varita y así evitar que los dueños reales del lugar pudieran intimidarnos.
Sin mis sandalias, y en ocasiones con ellas, recorrí mercados, pueblos y visité uno de los países más entrañables que he tenido el gusto de conocer.


Tenía un cariño especial a esas sandalias que, a mi regreso, seguí usando. Pero después de los años no consigo encontrarlas. Me temo que alguna tarde de invierno, en un arrebato por dejar espacio a lo nuevo en detrimento de lo viejo, mis queridas sandalias birmanas hayan pasado a la historia.

sábado, 21 de abril de 2012

Venecia solo hay una!!

               
Como dice el título de este post, Venecia sólo hay una. Y precisamente porque esta ciudad es única, tenemos otras tantas que se apuntan al carro y que quieren ser la hermana gemela, o utilizar la comparativa como reclamo promocional; pero esto sólo logra grandes decepciones para aquellos viajeros que, después de haber visitado la auténtica, llegan a la otra ciudad denominada "la Venecia de..." para  constatar después que Venecia sólo hay una.



A continuación, voy a enumerar algunas de las aspirantes. Tenemos las ciudades de Ganvié y Mopti,  denominadas "la Venecia de África"; en Europa son muchas las ciudades que se disputan o les adjudican este título: Brujas, Amsterdam, Hamburgo, Estocolmo o San Petersburgo entre otras, son  llamadas "la Venecia del Norte". También he encontrado en Google "la Venecia de América" y parece que es Fort Lauderdele la que se lleva este trofeo. En Asia no nos faltan Venecias: tenemos un par llamadas "la Venecia de China", Souzhou y Zhouzhuang o la mismísima Bangkok, denominada "la Venecia de Asia". En el único continente donde no encuentro Venecias es en Oceanía... bravo por ellos!
Pues bien, creo que muchas de estas ciudades tienen atractivos propios de sobra como para no necesitar ser comparadas con ninguna otra ciudad, y mucho menos con Venecia, a la que considero,  la más bonita del mundo.

Vista desde el Puente de la Academia
Ciudades rodeadas de agua hay muchas; algunas con casas flotantes sobre lagos, otras con canales... pero los cientos de maravillosos palacios que emergen del agua en Venecia,  no se pueden encontrar en ningún otro lugar. La visión del Gran Canal, cuando accedes a la ciudad por barco, es increíble y tanto es así que a esta ciudad le perdono todas las incomodidades o inconvenientes que se le puedan encontrar.


A Venecia le perdono las aglomeraciones de turistas y la invasión de vendedores de souvenirs!!
Evitar los fines de semana o festivos es una recurrente recomendación  pero es que ,en algunos momentos, caminar por ciertas zonas puede resultar muy complicado. Las calles adyacentes a San Marcos o la propia plaza se hacen intransitables, por eso y para poder disfrutar de los paseos por las laberínticas callejuelas y atravesar los puentes más pintorescos sin agobios, resulta importante elegir la época ideal.



Parking de Góndolas

A Venecia le perdono lo carísimo que resulta comer, e incluso mal comer!!
Después de 3 visitas no he sido capaz de encontrar un restaurante donde poder comer bien a un precio razonable. Si alguien tiene alguna recomendación será de agradecer!!

 
Una calle cualquiera





A Venecia le perdono el enorme calor del verano y el húmedo frio del invierno.
Lo mejor sería la primavera aunque con el tiempo, nunca se sabe.


Detendría el tiempo en el Gran canal de Venecia

 A Venecia le perdono casi todo.

Y a Venecia volveré tantas veces como me sea posible. La cuenta pendiente, visitarla durante los carnavales!




Aquí tenemos dos legendarios hoteles como son el Gritti Palace Hotel y el Danieli Hotel, donde no me he alojado pero que siempre me gusta fotografiar.