miércoles, 31 de octubre de 2012

Sicilia

Teatro en Taormina

Si metiera el mediterráneo en mi joyero, Sicilia sería mi mas preciado tesoro. Para poder entender a que me refiero tendrás que visitarlo, pero para animarte a hacerlo, te adelantaré algunas de las joyas que podrás descubrir en esta isla llena de riquezas.

Calle de Siracusa
Palermo tiene ese encanto decadente de las ciudades del sur de Italia, en la que se entremezclan edificios de incalculable valor histórico con calles estrechas de fachadas medio derruidas desde las que cuelgan los manteles y los calcetines de los vecinos. Interesante de visitar pero el tiempo con un par de días sería suficiente para poder después continuar el viaje. Desde Palermo podemos visitar Cefalú, un pequeño pueblo marinero con un enclave que lo hace muy especial. Lo recomendable es dar la vuelta a la isla y de camino a Agrigento, hacer algunas paradas obligadas como son: Monreale, Erice, Trapani, y el Templo de Segesta, majestuoso, espera en medio de la nada. En Agrigento encontramos el recinto arqueológico con los templos griegos mejor conservados fuera de Grecia, incluídos en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. Sin embargo debo decir que, si continuamos la ruta en esta dirección, llegaremos a la que para mí es, sin duda, la ciudad mas encantadora de Sicilia: Siracusa y, mas concretamente, Isla de Ortigia. Es como un museo al aire libre. Pasear por sus calles para poder admirar los rincones, las iglesias y otras muchas maravillas, es una auténtica delicia. Pasar noche aquí es muy recomendable porque cenar en una de las muchas terrazas que encuentras en sus calles a la luz de una vela frente a un monumento de impresión, es algo para disfrutar!
La visita a Catania resulta muy interesante, pero la que es imprescindible es Taormina. Elegante, y con un atractivo único, la convierte en la otra ciudad que no debes perderte. La vista del mar desde el teatro Griego es algo increíble. En esta versión abreviada de un viaje a Sicilia, sólo está lo mas importante pero hay mas pueblos, volcanes, rincones, historia, iglesias, templos... Evita la temporada alta pero no te pierdas este tesoro del mediterráneo!!

Cefalú
Templo de Segesta





domingo, 19 de agosto de 2012

Uzbekistan




Ya que no nos tocó vivir en la época de de los grandes exploradores y para  aquellos viajeros que, como a mí,  les guste descubrir países poco frecuentados por el turismo de masas, ahí va uno que no pueden perderse: Uzbequistan
Una vez localizado en el mapa, entre países de complicados nombres como: Turkmenistan, Afganistan, Tajikistan, Kirguistan, Kazajistan, sólo quedaba descubrirlo en persona y para allí que me fui a encontrarme con uno de los países mas interesantes que he visitado. El nombre de "Uzbekistan" quizás no diga mucho pero que me dicen de  "Samarkanda"? ... sólo nombrar ésta mítica ciudad, hace que uno empiece a soñar e imaginar cómo es este lugar que formó parte de la Gran Ruta de la Seda, y sin embargo este país esconde muchos otros tesoros además de esta evocadora ciudad.
Hace, por lo menos, 10 años que viajé a este país rico en historia y con ciudades de enorme valor arquitectónico como son La Ciudadela Fortificada de Khiva,  Bujara con el Minarete de Kalyan y Samarkanda, con su majestuosa visión de la Plaza del Registan, todas patrimonio de la UNESCO. Pese a la escasa infraestructura hotelera, y los largos recorridos en bus por carreteras ajenas al desarrollo, el destino me atrapó. Una espléndida muestra de arte Islámico como Mezquitas, Mausoleos, Fortalezas, Minaretes y sus Madrazas, muchas de ellas convertidas en lugares para el comercio, dando utilidad a esas aulas que hoy no tienen alumnos estudiando el Corán.





Este país, ya ha hecho pequeños avances desde entonces, incluso disfrutan del Talgo de alta velocidad que comunica la ciudad de Taskent con Samarkanda pero aún es un país fascinante para descubrir por aquellos viajeros ávidos de destinos diferentes que puedan sorprenderles.









lunes, 30 de abril de 2012

Descalzos por Myanmar


Es bien sabido que en muchos países hay que descalzarse para entrar en los lugares de culto por respeto a la religión que practican, y este es el caso de Myannmar, donde me pasé casi todo el tiempo descalza.
El primer día en Yangón, fuimos a visitar el Gran Buda Reclinado, y los zapatos tuvieron que  quedarse en el coche. Llegué de puntillas hasta la entrada, ya que tenía que atravesar descalza toda la calle. Allí comprendí que quitarme y ponerme los zapatos iba a ser una constante, y obedeciendo al dicho "allí donde fueres haz lo que vieres", decidí comprarme unas sandalias como las que usan ellos. Eran unas sandalias de cuero, comodísimas, que aguantaban la lluvia, se secaban rápido y sólo por el equivalente a 3 euros, ¡y sin regatear!
Mis sandalias me esperaron a la entrada de la pagoda de Shwedagon, mientras mis pies pisaban los mojados azulejos del suelo.  Caminaba  entre las estupas doradas; muchos fieles se reclinaban ante los altares que sustentan el Buda y, arrodillados en el suelo, hacían una reverencia trás otra, le llevaban las ofrendas en forma de flores, comida, regalos y dinero que depositaban en enormes huchas transparentes que estaban al lado de cada altar.

También me esperaron mientras visitaba los hermosos templos de Mandalay, o las escuelas donde los niños, cubiertos tan solo con una tela granate,  se preparaban para ser futuros monjes.
Esperaron mientras subíamos o entrábamos en las  pagodas y estupas de Bagan.  Bagan es una explanada repleta de cientos de templos, grandes o pequeños, dorados o de piedra. Se podría estar días recorriéndola a pié o en bici y no se verían todos los templos que hay. La panorámica que se tiene desde lo alto de alguno de ellos es sobrecogedora.
Mis sandalias esperaron en el primero de los 777 escalones que te llevan al templo del Monte Popa, mientras mis pies compartían el camino con los monos. Estos nos acompañaron en el recorrido de subida y en el de bajada, los mas pequeños jugando entre ellos mientras que los adultos, en ocasiones, se peleaban violentamente. Suerte que una niña nos acompañó para ir alejándolos con una varita y así evitar que los dueños reales del lugar pudieran intimidarnos.
Sin mis sandalias, y en ocasiones con ellas, recorrí mercados, pueblos y visité uno de los países más entrañables que he tenido el gusto de conocer.


Tenía un cariño especial a esas sandalias que, a mi regreso, seguí usando. Pero después de los años no consigo encontrarlas. Me temo que alguna tarde de invierno, en un arrebato por dejar espacio a lo nuevo en detrimento de lo viejo, mis queridas sandalias birmanas hayan pasado a la historia.

sábado, 21 de abril de 2012

Venecia solo hay una!!

               
Como dice el título de este post, Venecia sólo hay una. Y precisamente porque esta ciudad es única, tenemos otras tantas que se apuntan al carro y que quieren ser la hermana gemela, o utilizar la comparativa como reclamo promocional; pero esto sólo logra grandes decepciones para aquellos viajeros que, después de haber visitado la auténtica, llegan a la otra ciudad denominada "la Venecia de..." para  constatar después que Venecia sólo hay una.



A continuación, voy a enumerar algunas de las aspirantes. Tenemos las ciudades de Ganvié y Mopti,  denominadas "la Venecia de África"; en Europa son muchas las ciudades que se disputan o les adjudican este título: Brujas, Amsterdam, Hamburgo, Estocolmo o San Petersburgo entre otras, son  llamadas "la Venecia del Norte". También he encontrado en Google "la Venecia de América" y parece que es Fort Lauderdele la que se lleva este trofeo. En Asia no nos faltan Venecias: tenemos un par llamadas "la Venecia de China", Souzhou y Zhouzhuang o la mismísima Bangkok, denominada "la Venecia de Asia". En el único continente donde no encuentro Venecias es en Oceanía... bravo por ellos!
Pues bien, creo que muchas de estas ciudades tienen atractivos propios de sobra como para no necesitar ser comparadas con ninguna otra ciudad, y mucho menos con Venecia, a la que considero,  la más bonita del mundo.

Vista desde el Puente de la Academia
Ciudades rodeadas de agua hay muchas; algunas con casas flotantes sobre lagos, otras con canales... pero los cientos de maravillosos palacios que emergen del agua en Venecia,  no se pueden encontrar en ningún otro lugar. La visión del Gran Canal, cuando accedes a la ciudad por barco, es increíble y tanto es así que a esta ciudad le perdono todas las incomodidades o inconvenientes que se le puedan encontrar.


A Venecia le perdono las aglomeraciones de turistas y la invasión de vendedores de souvenirs!!
Evitar los fines de semana o festivos es una recurrente recomendación  pero es que ,en algunos momentos, caminar por ciertas zonas puede resultar muy complicado. Las calles adyacentes a San Marcos o la propia plaza se hacen intransitables, por eso y para poder disfrutar de los paseos por las laberínticas callejuelas y atravesar los puentes más pintorescos sin agobios, resulta importante elegir la época ideal.



Parking de Góndolas

A Venecia le perdono lo carísimo que resulta comer, e incluso mal comer!!
Después de 3 visitas no he sido capaz de encontrar un restaurante donde poder comer bien a un precio razonable. Si alguien tiene alguna recomendación será de agradecer!!

 
Una calle cualquiera





A Venecia le perdono el enorme calor del verano y el húmedo frio del invierno.
Lo mejor sería la primavera aunque con el tiempo, nunca se sabe.


Detendría el tiempo en el Gran canal de Venecia

 A Venecia le perdono casi todo.

Y a Venecia volveré tantas veces como me sea posible. La cuenta pendiente, visitarla durante los carnavales!




Aquí tenemos dos legendarios hoteles como son el Gritti Palace Hotel y el Danieli Hotel, donde no me he alojado pero que siempre me gusta fotografiar.

jueves, 19 de enero de 2012

Benditos masajes... a veces!!


Debo confesar que no soy una entendida en masajes y que ni siquiera me gustan, pero en muchos países asiáticos el masaje forma parte de su tradición y para entenderlo, qué mejor que probarlo.
El primer país donde confié mi cuerpo a estas artes curativas y reconstituyentes fue Bali. Yo llegaba con la inocencia del que no sabe lo que le espera y confiando en que un masaje, según yo lo entendía, era algo relajante; pero cuando empezaron a estirarme de la cabeza como si quisieran separarla del cuerpo así como de cada dedo de la mano y los piés, empecé a preocuparme. Sin embargo, una vez que te encuentras en la camilla ya solo queda la posibilidad de quejarse un poco para que puedan apiadarse de ti. A pesar de esta primera experiencia, quise probar el típico masaje tailandés en Bangkok y busqué un lugar tradicional. Hice caso de la recomendación de un lugareño y acabé con mis huesos sobre la colchoneta tirada en el suelo  de un garito donde daban masajes como el que vende fruta, a granel. Unas telas rojas separaban unas colchonetas de otras y allí esperaba yo a mi masajista que pronto me pisó la espalda, me estiró de los brazos, se sentó encima... sentía mi cuerpo con la tensión que se tiene momentos antes de recibir un golpe… a la defensiva.
En la ciudad de Cochin, India, también me ofrecieron un masaje Ayurveda y me dije, esta modalidad no la he probado. Y para allá que me fui. Era como un centro médico y, de hecho, el primer paso era una consulta médica con la doctora, que pretendía  saber qué problemas tenía o qué quería mejorar. Al no conocer el argot médico en inglés, no llegué a entender lo que pretendían hacerme, y así es como acabé media hora tendida en una camilla sintiendo como un chorrito de aceite me caía por la frente. Aunque nadie me pisaba  ni me estiraba del cuerpo de forma  brusca, aquello se me hizo verdaderamente largo. Después de tanto tiempo con el aceite cayendo en la frente, entró una mujer a ponerme más aceite por el cuerpo y cuando pensaba que ya había terminado,  fue cuando me pidieron que me metiera en una tinaja llena de agua caliente que después cerraron dejándome la cabeza fuera y el cuerpo inmóvil a remojo. Allí me quedé sola en semejante situación, e  intuí que aquello iba para largo. En realidad no tengo claro cuanto tiempo estuve allí metida pero me pareció una eternidad. Pensando en la estampa de mi cabeza sobre la tapa de la tinaja como si hubiera sido guillotinada, me daban ganas de reír y llorar  a la vez. Salí entumecida de aquel lugar.
Debo decir que fue en el Spa del hotel Uma Paro, en Bhutan, donde pude disfrutar de un masaje relajante y fabuloso.
Solo me queda reconocer que cuando tanta gente sabe apreciar los beneficios de los masajes asiáticos, el problema lo debemos tener las personas que no permitimos que estos consigan sacar provecho a nuestro cuerpo.
A tener en cuenta: Es recomendable buscar sitios cuya profesionalidad este probada ya que los masajes  dados por personas no cualificadas pueden ser muy perjudiciales.